Ayer como nunca, la UC tenía una oportunidad de ser campeón frente a nuestro principal rival, ya que como agregado estaba la oportunidad cierta de un bicampeonato después de haber dejado a Colo Colo en el camino. Era un campeonato soñado, de esos que marcan, dejan huella y agrandan a las instituciones. Sin embargo, ocurrió lo que todos ya sabemos, en esta partido de 180 minutos íbamos ganando 2 -0 y finalmente perdimos 4 – 3, y el título se lo llevó la U. Ahora ellos suman 14 títulos, nosotros 10 y alcanzamos a Colo Colo con 17 segundos lugares. Conseguimos una excelente recaudación y por ahora quedamos fuera de la libertadores del 2012.
Lo anterior son los hechos y datos duros que quedan después de terminado el partido. Pero sobre lo que quiero profundizar, no es sobre frías estadísticas sino sobre la experiencia que viví en los últimos días como hincha del equipo de la franja.
Cuando ayer iba camino al Nacional, sabía que me encontraría con un estadio en el que el público más o menos se repartiría equitativamente o en el mejor de los casos un 60% para la UC y un 40% para la U. También sabía que no sólo somos nómades que jugamos en el estadio que nos digan y donde le convenga a las barras bravas de los archirrivales, sino que además dentro del Nacional nos debemos ubicar en la tribuna norte contra la U y en la sur contra Colo Colo. Que nuestros jugadores tienen que ir al camarín del lado sur y norte de acuerdo a la misma regla que imponen los rivales, los violentos y la “autoridad”. Sabía que me encontraría en Tribuna Marquesina con hinchas de la U por todos lados y que de hecho era probable que alguna discusión tuviera con alguno de ellos, que en general son tan simpáticos. (A los lectores les informo que el jueves en la ida estuve en Galería Norte gritando por la UC como lo hago siempre)
Desde que supe del acuerdo de la UC con la U para jugar en el estadio “de la U” ambas finales y que por razones de seguridad (las mismas por las que no jugamos en San Carlos) se llegaba a un acuerdo de entregar 15 mil entradas a la U, es decir no ser locales ni siquiera en el nacional, sabía por experiencia de más de 4 décadas que energía iba a acompañarnos ante un sólo gol de la U en los primeros minutos. Esa sensación la viví en gloria y majestad entre 1969 y 1984 sin excepción en todos los partidos de ese largo período.
Además, llegaba al estadio después de haberme dedicado a objetar arbitraje en las redes sociales y twitter para ser preciso, en particular después del descarado arbitraje de Puga contra La Calera y que como es la norma la prensa no objeta ni analiza lo que puede favorecer a la UC (me recuerda la historia del Inter en Italia), y de la reiteración del mismo descarado Claudio Puga en el partido de ida por la final. De paso, me pregunto ¿cómo es posible que Puga nos arbitre dos partidos seguidos y considerando que en el primero ya nos había sacado la cresta? Y ¿cómo es posible que la prensa se haga la desentendida con las tarjetas no mostradas por Puga a los jugadores de la U el jueves pasado?. En todo caso, Don Claudio Puga, será un fresco y asaltante pero no es pelotudo, supo sacarle tarjetas a todos los jugadores de la U a quienes no les implicaba perderse la segunda final, y a ninguno le sacó doble amarilla ni roja directa, a pesar de merecerlo. A Felipe Gutiérrez le dieron 4 patadas descalificadoras que si se aplica reglamento se traducía en a lo menos un expulsado y dos suspendidos por acumulación de tarjetas amarillas. Los árbitros han aprendido a manipular (administrar dice el ex árbitro Selman) los cobros de forma de que la TV no los delate.
Por lo tanto, lo anuncié antes del jueves y lo experimenté en el partido de ida (en el que ganamos, así es que no estaba llorando!) me temía que los árbitros tienen sus preferencias (no se por que motivo o con cual estímulo) y que seríamos víctimas de estas una vez más. Del arbitraje de Osses no comentaré nada, por que como perdimos dirán que es llanto… y señores yo no lloro por esos vestidos de negro, simplemente los acuso y no tengo más pruebas que lo que hacen en la cancha y que la prensa mágicamente ignora.
Por último, sabía que el haber jugado en el nacional, y ni siquiera haber puesto nuestras condiciones, es decir, haber ocupado el lado Sur y sólo otorgar 5 mil entradas para la U era el principio del fin. El mensaje tácito para la hinchada, para los jugadores, para la prensa, para los árbitros era que somos un equipo chico. Así jugó el equipo de Pizzi (a quien admiro), así se comportaron en la cancha los jugadores en el partido definitivo, así nos trató el árbitro y así nos trata la prensa.
Me parece que si queremos una UC grande a los ojos de toda la industria del fútbol y que se nos respete, debemos partir por respetarnos nosotros. Para eso jugar de local cuando eres local está en el ABC del fútbol y del deporte competitivo de equipos en general en el mundo entero.